jueves, 13 de junio de 2013

Asesinato

Stalin había dado orden de asesinar a Trotsky y Jotov, encargado de las operaciones contra éste en México, se valió de dos comunistas españoles, Caridad y Ramón Mercader, para llevar a cabo el plan.
Aunque la casa en la que vivía estaba fuertemente custodiada, Ramón Mercader lograría infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las secretarias de Trotsky, con la que incluso mantuvo un noviazgo formal premeditado y planeado para perpetrar el magnicidio. Con el pretexto de que leyera un escrito suyo se acercó a Trotsky y mientras este leía le clavó salvajemente un piolet en la cabeza. El grito de Trotsky se escuchó como un estruendo en toda la casa, acudiendo rápidamente sus custodios pero no se pudo hacer nada. León Trotsky moriría un día más tarde en un hospital de la Cruz Verde. Cabe señalar que a sus velorio, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de habitantes.
Su tumba en la ciudad de México.

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